¡Hola, amigos de letras!
Tras una semana de ausencia a consecuencia de que se me rompió el ordenador, estoy de vuelta con el blog. Hoy os traigo un relato de terror que escribí hace un año. Ahora, al leerlo después de tanto tiempo, ya no me gusta tanto el estilo, pero la idea me sigue encantando. ¿A vosotros también os pasa que, cuando leéis vuestros propios escritos de hace años ya no os gustan igual?
EL BISTURÍ
Noemí Hernández Muñoz
El bisturí abre la carne limpiamente. Es extraño: en el quirófano sólo estamos la paciente y yo. La luz falla a veces y me falta instrumental. Pero es una operación a corazón abierto. ¿Dónde está mi equipo médico? ¿Y mi enfermera? ¡Joder! No tengo tiempo…
Tengo que acabar la operación lo antes posible. No puedo dejar las cosas a medias, la chica podría desangrarse. Ahora tengo que hacer una diminuta incisión, algo minúsculo…
¿Y la lupa de aumento? ¡Mierda! ¡Necesito material!
La muchacha se estremece y suspira. ¡Se está despertando! ¿Y el puto anestesista?
Con el sudor bañándome la cara y el corazón latiendo en mis sienes, respiro hondo y me dispongo a hacer el corte. Las manos me sudan mucho. ¿Por qué no llevo los guantes?
¡Bah! ¡Ya es tarde para ponérmelos! No puedo dejar así a un paciente. Voy cortando despacio, muy despacio… Una pequeña incisión… Muy pequeña…
La chica vuelve a suspirar en sueños. ¡Joder! ¡Tengo que acabar rápido! Si despierta, puede moverse y estropear la operación. Las manos me sudan demasiado… El bisturí se me resbala y tengo que cogerlo con más fuerza. Quizá, si aplico más presión, consigo hacer el corté más rápido... Sí, un poco más y todo acabará. Sólo unos instantes…
—Me haces daño…
La voz de la muchacha me ha sobresaltado y… ¡No! ¡He cortado de más! ¡La he
apuñalado!
La máquina que me indicaba que estaba viva emite un pitido fúnebre al mismo tiempo que la joven se incorpora con un espasmo. Sus ojos, turbios de anestesia, me miran con una fijeza aterradora. El bisturí sigue clavado en su cuerpo y la sangre mana de la herida abierta, a pesar de que su corazón ya no late.
—Me has matado —dice—. No eres un médico: eres un asesino.
***
Me he despertado cubierto de sudor. No puedo seguir trabajando en el hospital.
Desde que murió esa chica, no he dejado de pensar en ella. Antes de entrar al quirófano me miró preocupada y yo le sonreí y le dije que todo iría bien, pero no fue así. Era muy joven y estaba llena de esperanzas, pero por un fallo mío y no volverá a sonreír. Por eso viene cada noche a atormentar mis sueños. No puedo seguir siendo médico.
¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado y, sobre todo, ¡espero vuestros comentarios!
Aprovecho para recordaros que sigue vigente el sorteo de la novela de Núria Graell Coll y que pinchando en el enlace podéis ver las bases para participar.
Ah, y si os ha gustado en relato y queréis descargarlo, podéis hacerlo desde aquí.
Me alegro que de nuevo te funcione el ordenador... Esta tecnología de m... Bueno, a ver, centrémonos. Sí, a mí también me pasa. A veces he recuperado relatos viejos y al final les he cambiado casi todo, ja, ja. Pero también está la nostalgia de releer tus viejos escritos, con tu estilo de entonces. Ahí es cuando ves cómo has cambiado en tu forma de escribir. El relato me gusta, está narrado con soltura y frescura. Aprovechaste muy bien el tema para dar forma a un relato de suspense que a su vez contiene una reflexión muy debatida sobre los médicos y su problemática (sobre todo los cirujanos) Un buen ejercicio que ya muestra las dotes de quien escribe. Escribir es imaginar una historia y ser capaz de modelarla con palabras. La fusión de dos talentos que no tienen por que ir unidos. Me ha gustado tu relato Noemí. Un placer pasarme por tu blog siempre. Un beso enorme. Buenasss nochessss
ResponderEliminarGracias por comentar, Isidoro. Me consuela saber que no soy la única a la que le pasa eso. Pero hay que mirarlo por el lado positivo no, ¿no? Como bien dices, al leer viejos relatos te das cuenta de cómo ha ido progresando tu estilo y tu técnica como autor.
EliminarPero lo que más me alivia es que tengo ordenador nuevo y puedo seguir trabajando, ja, ja, ja.
¡Un abrazote, amigo!
Excelente narración. Has mostrado una escena atrapante, directa al grano, así se engancha al lector mostrando como ese bisturí corta la carne, como el personaje suda. Intensidad narrativa y lenguaje apropiado como debe ser.
ResponderEliminarRespecto a la revisión de textos antiguos coincido contigo. Es un buen test para comprobar cómo mejoras en la escritura. En mi blog estoy recuperando relatos escritos hace tiempo. De unos guardaba buen sabor de boca y ahora no tanto; otros, al revés. Pero de lo que si me doy cuenta es de lo aprendido en cuanto al manejo de la puntuación, las reiteraciones, las faltas... Ello indica que se va por el buen camino. Creo que lo ideal sería escribir un relato y dejarlo guardado meses antes de revisarlo y publicarlo. Un fuerte abrazo, Noemí.
Gracias por comentar, David. Me alegro de que te haya gustado el relatito. Coincido por completo contigo. Cuando relees relatos antiguos es cuando te das cuenta de o mucho que has avanzado en técnica. Recuerdo que cuando leí todos mis relatos de cuando tenía dieciséis (con tanta cursilería y demás aspectos típicamente adolescentes) me entraron ganas de vomitar. Me deshice de ellos sin piedad, ja, ja, ja.
EliminarPor otra parte, también opino lo mismo que tú, aunque no siempre lo practico: es bueno dejar reposar los relatos (cualquier obra, en realidad) un buen tiempo antes de publicarlo en el blog o donde sea. Eso te da mucho perspectiva cuando, después de ese tiempo lo relees y corriges para dejarlo lo mejor posible.
¡Un abrazote!