¡Hola a todos!
Esta semana apenas he tenido tiempo para hacer un dibujo en condiciones, así que os ruego, por favor, que me disculpéis por la ilustración que acompaña a este relato. La he hecho deprisa y corriendo en diez minutos y sé que vosotros esperáis más calidad en un blog. Reitero lo dicho: ¡lo siento!
Dicho esto, os advierto que el siguiente microrrelato (lo he etiquetado en "terror") no es para corazones sensibles. De hecho, trata un tema muy desagradable y doloroso en nuestra sociedad.
Para los que os atreváis a seguir leyendo, os lo agradezco mucho, pues haber escrito este relato ha sido para mí una forma de manifestarme en contra de este tipo de situaciones.
Y, sin más, os dejo con el microrelato:
OLOR A COBRE
Noemí Hernández Muñoz
Cuando lo maté, no lo entendí muy bien. Quiero decir que no supe cómo había ocurrido. Sólo veía el cuchillo sobresaliendo de su cuerpo y las baldosas blancas de la cocina salpicadas de rojo. Recuerdo el olor a cobre y que me miré las manos sin poder creer que estuvieran empapadas de sangre. Y allí estaba él…