Hoy estoy de buen humor y me apetece algo divertido, así que os traigo un relato de humor. ¡Que no os engañe la imagen!
LAS MUJERES CON EL PELO CORTO
Noemí Hernández Muñoz
Juan
llegó al centro comercial. Había quedado con su mujer y Salva, su amigo de toda
la vida, para ir al cine. Antes de comprar las entradas, decidió pasarse a mirar
el precio de las verduras, tal y como le había encargado Ana, su mujer.
Y
en la sección de frutería del centro comercial fue donde vio por primera vez al
amor de su vida. Trabajaba en la caja. Su sonrisa deslumbrante, su pelo rizado
y sus ojos verdes lo conquistaron enseguida. Juan nunca había sentido algo así.
Y el sentimiento, por lo visto, era mutuo. Ni siquiera le dio tiempo a pensar
en su mujer. Aquella belleza se lo comía con los ojos. Le sonrió tímidamente y le
pidió los productos que necesitaba.
—¿Algo
más, guapetón?
Aquella
voz era dulcísima y profunda y la tentación, irresistible. Juan se pasó
la mano por el pelo y se humedeció los labios con la lengua. Casi de inmediato,
sintió que más abajo de su cintura había una presión que luchaba contra el
tejido de sus pantalones.
Sólo
por seguir unos segundos más junto a aquella presencia de seducción, añadió un
producto a la lista de la compra. No le pasó desapercibida la forma en que
aquella preciosidad acariciaba los pepinos antes de introducirlos en la bolsa
de plástico… Quería algo con él. Seguro.
—¿Cómo
te llamas? —se atrevió a preguntarle con voz temblorosa.
—Alberto
—contestó el dependiente con una mirada lujuriosa.
«Alberto.
¡Qué nombre más musical! ¡Qué dulce!» pensó Juan.
—Mi
turno acaba en diez minutos… —añadió el dependiente con aire juguetón.
Ante
semejante propuesta, Juan no podía negarse. Cuando acabó su turno, Alberto lo
llevó a los probadores de ropa que del centro comercial para disfrutar de
ciertas travesuras.
***
Salva
se puso su chaqueta de cuero y salió a conquistar: primero, entrar en el centro
comercial; segundo, localizar el retrete; y tercero, una peli con Juan y su
mujer y, con suerte, un polvo rápido después con su novia cuando saliera del
curro.
Juan
le había llamado para decirle que se retrasaría un poco porque tenía que hacer
una compra rápida. Como tenía tiempo de sobra, Salva pensó que podría comprarse
unos pantalones.
Al
entrar en el probador, oyó ciertos sonidos extraños, jadeos vacilantes y
risitas de placer provenientes del probador de al lado.
«Hay
que joderse» pensó Salva «Los niñatos de hoy en día no paran…»
Dio
un par de golpes en la pared del probador contiguo, pero los jadeos no se
apagaron. Después de probarse los pantalones, Salva pegó la oreja a la pared.
Una
de las voces le resultaba familiar. Entonces, se dio cuenta de lo que ocurría:
«¿Éstas eran las compras que tenías que hacer, Juan?», se dijo «Podrías
habérmelo dicho, chaval. No soy tan chivato como para contárselo a Ana… Estamos
en confianza, tío…»
Salva
salió del probador y sintió curiosidad por saber quién era la amante de Juan.
Se asomó con cautela al resquicio que dejaba libre la cortinilla del probador y
allí los vio, metidos por completo en la faena…
«¡Puaj!
¡Qué gusto tiene Juan!» pensó Salva «¡Nunca me han gustado las mujeres con el pelo
corto!»
¿Qué os ha parecido? Ya sabéis que si os queréis descargar el relato, lo podéis hacer desde aquí.
En mi opinión, el humor literario está en que el autor confunda tanto al lector como a los mismos personajes de su obra. Creo que en la confusión y en la malinterpretación está la gracia. ¿Vosotros qué opináis?
Creo que me traumé... XD
ResponderEliminarEspero que no sea muy grave, ja, ja, ja
EliminarJa, ja, ja... Ahora entiendo el dibujo, al principio pensé en un árabe con turbante o algo así. Bueno, bromas aparte, muy divertido tu relato. Despistas muy bien al principio sobre el género del dependiente con esos adjetivos neutros, ja, ja (belleza, preciosidad)... aunque eso de ¡guapetón! ya cantaba, je. Pero me ha gustado más la segunda parte, cuando entra en escena el amigo mirón y, a pesar de la evidencia, no ve más que a una chica con el pelo corto. Bárbaro.
ResponderEliminar...Lo que no entendí muy bien es el siguiente párrafo: "Salva se puso su chaqueta de cuero y salió a conquistar: primero, entrar en el centro comercial; segundo, localizar el retrete; y tercero, una peli con Juan y su mujer y, con suerte, un polvo rápido después con su novia cuando saliera del curro"...
¡Planazo! el de Juan, ¿no? :D
Besos
Ja, ja, ja, tienes razón quizá el verdadero planazo ha sido el de Juan. El de Salva se queda corto en comparación, ya que lo único que hace es comprarse unos vaqueros...
EliminarEste relato lo escribí en un curso de escritura impartido por Antonio Orejudo (escritor y también profesor en mi universidad), cuando sugirió un ejercicio que tenía como meta aprender a escribir desde varias perspectivas. Nos dio la historia base (un triángulo amoroso) y ya a partir de ahí corría de nuestra cuenta elegir la perspectiva de uno de los personajes y tirar del hilo. Yo elegí dos perspectivas, pero quizá más adelante repita esta historia desde otro ángulo (los suegros, ¿por ejemplo? ¡Eso sí que sería bueno!...). Nunca se sabe, ja, ja, ja. ¡Saludos y gracias por comentar, Isidoro!