¡Hola, amigos!
Hoy me he retrasado unas cuantas horas en publicar la entrada, pero ya os traigo un relato breve recién salido del horno.
No está muy bien pulido porque acabo de escribirlo, así que espero que lo sepáis disculpar. ¡Espero que os guste!
HELENA
Noemí
Hernández Muñoz
Murió hace tres meses. Aún no lo he
superado. La quería tanto… Creo que nunca he querido a nadie más de lo que quise
Helena. Me paso las noches observando su foto, esa en la que llevaba aquel
vestido rojo que le gustaba tanto. Ese día estaba radiante y acaparaba las
miradas de todo el mundo, eclipsando a quien estuviera junto a ella. No me
extraña: era capaz de conquistar el corazón más duro con su risa.
Ya no podré volver a oírla nunca. Quizá
sea eso lo que más echo de menos. Sé que había tenido una aventura con otro
hace unos años, que incluso se planteó dejarnos a Hermíone y a mí por el otro.
Su infidelidad me dolió. ¿Para qué negarlo? Pero también es verdad que cuando
volvió me sentí feliz como nunca. Se disculpó, me dijo que se había equivocado
y que nunca volvería a repetirlo. Todavía estaba herido en el orgullo, pero
tenía tanto miedo de perderla otra vez que no me importó.
No todo fue color de rosa, pero ella
le daba sentido incluso a los peores momentos. Aún me cuesta creer que un
borracho la atropellara el día de nuestro aniversario. ¿Cómo no la vio cruzar?
Helena murió en mis brazos. No soy
capaz de recordar ese momento con claridad, pero sé que no recobró la conciencia
después del impacto. No pude despedirme de ella. Murió tirada en la calle, como
una muñeca desmadejada.
Mi psicólogo dice que lo más
probable es que nunca recupere los recuerdos de aquel momento, que es un trauma
demasiado fuerte. También dice que debo hacerme a la idea de que nunca volveré
a verla. Pero, ¿cómo voy a hacerlo si la veo todos los días y a todas horas? La
casa está llena de ella por todas partes. Hermíone es su réplica en miniatura…
Todas las noches sueño con lo mismo:
el atropello mortal y el velatorio. Le puse a Helena su vestido favorito, pero
ya no parecía ella. No era más que una sombra pálida vestida de rojo.
Hace semanas que no duermo. ¿Para
qué? Estoy cansado de soñar, de perderla una y otra vez. La semana pasada me
pareció verla en el jardín en mitad de la noche. Me froté los ojos y, cuando
volví a mirar, ya no estaba. Quizá esté enloqueciendo o quizá sea la falta de
descanso… Esta mañana he dejado a Hermíone al cuidado de sus tíos. No soporto
verla cada día. Tampoco estoy haciendo un buen trabajo como padre. Ayer la
llevé al colegio sin peinar ni desayunar. Ni siquiera me habría dado cuenta si
no hubiera sido porque la maestra me llamó la atención. Por eso es mejor que la
niña esté con mi cuñada. Ella es una buena madre y me consta que es una leona
protegiendo a sus hijos. Sé que cuidará bien de la mía.
Entregar a Hermíone es lo único que
he hecho bien desde que murió su madre. Es curioso, pero, desde que estoy solo
en casa, me da la sensación de que Helena ha vuelto. A veces, cuando camino
vigilando los rincones, huelo su perfume en el pasillo y, cuando he entrado en
nuestro dormitorio para cambiarme, su pintalabios estaba sobre el tocador. Sé
que no puede ser así, que debería plantearme que yo he hecho esas cosas
inconscientemente, pero… ¿y si no estoy loco?
No he dejado de pensar en eso
durante todo el día. Ni siquiera he comido ni cenado. No tengo hambre. Sólo sé
que debo esperar otra señal. Si ella está aquí, si ha vuelto, me la mandará.
Sabe que la espero, que no he dejado de esperarla desde que se marchó.
Pero no ha vuelto a pasar nada fuera
de lo común. Ya es media noche y todo sigue en calma. Como siempre, me he
acostado en nuestra cama acariciando el lado en el que ella solía dormir.
Entonces, ha llegado la señal: ¡su lado está caliente! Al principio he pensado
que era mi imaginación, pero no. He pasado las manos una y otra vez por las
sábanas y están cálidas, como si Helena hubiera estado aquí hace un instante.
He mirado por toda la habitación,
pero no hay nadie. Incluso me he levantado de nuevo para inspeccionar toda la
casa. Pero está vacía. El perfume de Helena parece más intenso conforme me voy acercando
de nuevo al dormitorio. ¿Estará en la cama esperándome? Corro de nuevo hacia
allí, pero sigue estando vacío.
Mientras me inclino, vuelvo a
acariciar las sábanas. Están perdiendo su calidez. ¿Será verdad que me estoy
volviendo loco? Noto un nudo en la garganta que no me deja respirar. La he
perdido de nuevo.
Pero justo entonces, cuando estoy
derramando las primeras lágrimas, oigo algo. Es como un susurro. ¿Helena? No
hay nadie junto a mí. Pero parece que el ruido proviene de fuera. El susurro se
ha repetido. Suena como su voz. Me asomo a la ventana y… ¡Es ella! Está en el
jardín, con su vestido rojo, mirando hacia arriba. Me está llamando.
Ya no quiero saber si estoy loco o
no, ya no me importa. Sólo quiero estar con ella. Salgo del dormitorio,
atravieso el pasillo y salto las escaleras. Debo ir rápido. Siento que si no lo
hago así se marchará y ya no volverá.
Cuando salgo de la casa, miro hacia
el lugar donde estaba, pero ya no hay nadie. Me acerco con prudencia e
inspecciono el lugar. De nuevo, siento que el nudo en la garganta me aprieta y
que los ojos se me vuelven a llenar de lágrimas. Ya no puedo más con este dolor…
Pero entonces, la vuelvo a oír. Ha
pronunciado mi nombre. Miro hacia el sonido. ¡Allí está! ¡No se había ido!
Helena me devuelve una mirada misteriosa y sugerente. Me sonríe de esa forma
tan sensual que sólo ella era capaz de dominar. Quiere que vaya hacia ella.
Empiezo a caminar y avanzo varios
pasos. Es extraño, pero me da la sensación de que se aleja. Es imposible,
porque no se ha movido un centímetro, sigue ahí, quieta, sonriéndome. Me he detenido
un instante, valorando este presentimiento. Helena vuelve a llamarme. Ha
estirado un brazo hacia a mí para ofrecerme su mano.
Vuelvo a echar a andar, esta vez, a un
paso más apurado. No puedo volver a perderla. De nuevo, tengo la sensación de
que ella se desplaza porque sigue a la misma distancia aunque he avanzado
varios metros. Pero ella no se ha movido un milímetro. ¿De verdad estoy loco?
Echo a correr hacia ella y Helena
vuelve a sonreírme. No sé cómo, pero se está adentrando en la parte más
profunda del jardín, allí donde empieza el bosquecillo. Ya no me importa si se
mueve o no. ¡La alcanzaré!
Espero que os haya gustado. Me he inspirado en dos cositas para crearlo: la figura de Helena es una mezcla de Helena de Troya (creo que he dejado algunas pistas para que los lectores lo podáis descubrir) y el zupay (también conocido como supay o supa), que es una especie de dios demonio que tiene los pies invertidos, por lo que camina hacia atrás. Suele presentarse ante la gente tomando el rostro de un ser querido para confundirlo y atraerlo hacia él, alejándolo de su hogar y de todo cuanto conoce. Al menos, eso es lo que oí sobre esta criatura en un programa de Cuarto milenio, ja, ja, ja.
Si os ha gustado el relato, ya sabéis que lo podéis descargar aquí.
¿A vosotros también os gusta la mitología?
¡Hola, amiga!
ResponderEliminarMe ha encantado tu elato, seguro que cuando lo termines de retocar te queda inmejorable,¡aunque no he visto muchas!
Lo que dices al final, eso de que tu Helena esta en parte inspirada en Helena de Troya lo he captado desde el primer instante, me ha gustado un montón tu versión, me la he imaginado super victoriana, no sé por qué, jajaja.
Un besote, guapa, ¡y sigue escribiendo así de bien!
Me alegro de que te haya gustado, amiga. Hacía mucho tiempo que no escribía nada del tirón y sin haber hecho un esquema previo. Quería hacer un relato sobre un zupay, pero lo de poner a Helena me vino a la cabeza de pronto. Y en cuanto a que te la imaginas muy victoriana, por qué no? Cada lector es dueño de su imaginación, ja, ja, ja. Un abrazote!
EliminarMe encanta, pero lo que me deja en suspenso es qué pasa justo en ese instante... :/ (muy buena historia)
ResponderEliminarBienvenido! Me alegro de que te haya gustado el relato. Me pareció interesante dejar el final abierto para que el lector pueda imaginar lo que pasará después.
EliminarMuchísimas gracias por comentar. Siéntete como en casa y curiosea cuanto quieras en el blog.
Saludos!
Es un relato fantástico. Una historia redonda en la que en sí da igual los símbolos utilizados y eso es bueno, porque la historia debe entenderse y comprenderse por sí sola, sin necesidad de remitir al lector a Wikipedia para comprenderla. No es el caso, narras de una manera visual todos y cada uno de los actos del protagonista, vas marcando su obsesión cada mayor, incluso ese ser fantasmagórico que puede ser real o imaginario, pero que en cualquier caso es un buen símbolo de la enajenación final del marido. Enhorabuena!
ResponderEliminarGracias por comentar, David. Yo soy de la misma opinión de que un relato debe poder comprenderse a pesar de las referencias intertextuales que tenga. Por supuesto, quien las entienda, disfrutará el doble del texto, pero eso no privará del disfrute a quien tenga menos nivel cultural.
EliminarMe alegro de que te haya gustado, amigo. Un abrazote!
Hola Noemí
ResponderEliminarMe parece un relato muy bien escrito, con un ritmo muy bueno. Ni siquiera hay errores que yo haya visto a pesar de que no lo hayas revisado. Muy bien manejada esa tensión que va in crescendo a medida que aumenta la obsesión del protagonista. Y con ese final abierto logras dejar la misma desazón que pueda tener él. Si se hubiera resuelto el misterio, habría ganado, quizás, una sorpresa más, pero habría perdido ese toque inquietante, entre la presencia y la obsesión. La referencia a la Helena clásica es clara. Lo del demonio que anda hacia atrás no lo sabía pero me ha gustado que lo comentes.Le da otra dimensión al relato y son cosas curiosas que a mí me gusta saber... Se nota que eres amante de la mitología y lo fantástico, je, je
Besos maja
Alguna que otra expresión debo pulir. Eres demasiado benevolente conmigo! La mitología griega me gusta desde que era pequeña y en un programa de Cuarto Milenio vi que hablaban sobre ese demonio y se me ocurrió hacer un relato sobre él.
EliminarYo también creo que el relato habría perdido ese ambiente si no hubiera dejado el final abierto. Normalmente, los finales así no me gustan demasiado, pero esta vez quería reflejar la desazón del protagonista. Saludos!
Vaya vaya... Que sorpresa me he llevado, me ha gustado mucho, corto y conciso, directo al grano,no le hace falta más para atraparte y lo mejor de todo es el personaje principal, consigues que una se ponga en su piel y sienta su dolor y desasosiego. Sigue así!
ResponderEliminarUn beso!
¡Qué alegría que te haya gustado, Vanezuky! Si he conseguido que os metáis en la piel del protagonista, puedo dar la misión por cumplida.
EliminarCon respecto a que es un relato corto, he de decir que siempre he sido amiga del dicho aquel "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Creo que cada obra debe tener las palabras justas y necesarias. Todo lo demás, es relleno.
¡Un abrazote!