miércoles, 24 de abril de 2019

El poder de las palabras

¡Hola, amigos!

Sé que os tengo abandonados por el trabajo, pero no quería perderme este semana la oportunidad de subir un pequeño cuento.

Es de fantasía infantil. Espero que os guste y disculpéis sus deficiencias, ya que lo escribí ayer en un ratito desde el mismo móvil y no he podido ni corregirlo...


EL PODER DE LAS PALABRAS

Noemí Hernández Muñoz




Érase una vez un dragón que vivía en una cueva en lo más alto de la montaña más alta del mundo.

Tenía por su mayor tesoro una rosa que un gran mago había hechizado con una fórmula de alquimia, de forma que la flor nunca marchitaba y desprendía un brillo tan dorado como el oro. La guardaba con gran celo, pues muchos habían sido los caballeros andantes que habían pretendido robársela. Pero él, orgulloso de su fuerza, los derrotaba con su fuego abrasador.

Un día, llegó hasta su cueva una niña delgada y mugrienta. Se presentó ante él con la humildad y la decisión pintadas en los ojos. De alguna extraña manera, su fuerza de voluntad la había mantenido con vida durante tan duro viaje.

—Señor dragón —le dijo—, necesito su ayuda. ¿Puede regalarme su rosa?

La bestia, sorprendida por su osadía, se preparó para lanzarle una llamarada, tal y como había hecho con tantos viajeros que lo habían amenazado con sus espadas y habían tratado de atacarlo a traición desde alguna de las oscuras cavidades de su caverna. Sin embargo, el brillo en los ojos de la pequeña lo hizo dudar y decidió responderle:

—¿Cómo te atreves a hacer semejante petición?

La niña le contestó, sin desviar la mirada:

—Mi madre está enferma y sé que su rosa es mágica y cura todos los males. Por supuesto, no espero que me la regale sin más...

Intrigado, el enorme ser le preguntó:

—¿Y qué puede ofrecerme una criatura tan pequeña y escuálida como tú?

La niña se acercó unos pasos más a él y posó una de sus pequeñas manos sobre su gigantesca garra. Lo miró con dulzura y una sonrisa llena de amor.

—Solo puedo ofrecerte lo único que tengo: mi amistad, que será tuya para siempre.

El dragón se enterneció, pues jamás había recibido el amor de ningún otro ser durante sus largos siglos de vida, y accedió a entregarle su mayor tesoro.

La enorme bestia comprendió así que la más poderosa de las armas son las palabras cuando son pronunciadas por un corazón tierno.





Espero que os haya dejado con buen sabor de boca. A ver si pronto vuelvo a incorporarme a mis escritos y vuelvo a poner en marcha el blog, que os hecho de menos.

¡Un abrazote!

4 comentarios:

  1. Hola Noe!! Me ha encantado!! El amor supera todas las fronteras y el modo en que la niña posa su manita sobre la garra de este ser solitario es... precioso... ��������

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    1. Me alegro mucho de que te haya gustado, Maite. COmo dije, lo hice en un ratito con el ordenador y ni lo corregí, así que por eso tus palabras me hacen el doble de ilusión.
      ¡Un abrazote!

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  2. la amistad, un tesoro que algunos no saben valorar.

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    1. Muy de acuerdo contigo. ¡Menos mal que el dragón tuvo a bien valorar ese tesoro, que si no, pobre niña! Ja, ja, ja

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