¡Hola a todos!
Esta semana ando escasa de tiempo. Querría haber empezado a escribir este relato a principios de semana, pero me ha sido imposible, así que acabo de improvisar la primera parte ahora porque no me daba tiempo a más. A ver si para la semana que viene puedo hacerlo mejor (estoy dejando todas mis energías en la presentación del libro y tengo muchísimas ganas de que pase, al fin, esa fecha) porque quiero volver a mi ritmo normal de escritura para que no me pille el toro, como me pasa últimamente.
No voy a ponerle ilustración al relato hasta más adelante, porque no quiero revelar demasiado sobre él, aunque a mí me parece todo más que evidente. De hecho, seguramente es una de las ideas más simples que he tenido, pero tenía ganas de escribirla.
Sin más dilación, os dejo con la primera parte:
LUPA
Noemí Hernández Muñoz
Princesa la vio entrar en el club, evaluando la oscuridad el local con una rápida mirada nada más cruzar la puerta. No le sorprendió verla allí.
La llamaban la Loba porque sólo salía a bailar las noches de luna llena. Sobre ella circulaban todo tipo de rumores. Algunas de las chicas más novatas decían que era capaz de llevara un hombre al paraíso y que el cliente que pasaba una noche con ella ya no volvía. Las más veteranas, más desconfiadas, decían que los chantajeaba, seguramente con fotos, y por eso dejaban de ir al club. En cualquier caso, Princesa sabía que ella era la mejor.
No es que fuera la más puta de todas las putas, sino que tenía algo en la mirada que hacía enloquecer a los hombres. Cuando volaba en la barra americana con la lencería más fina no parecía en absoluto una prostituta. Era elegante. Sus movimientos estaban estudiados hasta el más ínfimo detalle, como si fuera una acróbata del Circo del Sol.
Princesa no sabía su verdadero nombre. En realidad, nadie lo sabía. Tampoco su historia. Era un auténtico misterio. Todas las chicas que acababan allí solían llegar por los mismos motivos: padres o novios maltratadores, a veces por drogas. De un modo u otro, acababan en la calle sin un céntimo al cumplir los dieciocho, algunas incluso antes de cumplirlos. Entonces, el jefe las acogía como si fueran perritos abandonados y les daba trabajo. Primero, como camareras, después como bailarinas y, por último, como prostitutas. La mayoría habían pasado por las tres fases. Rara vez se saltaban alguna.
Lo curioso era que la Loba no parecía compartir esa experiencia. El jefe la respetaba más que a nadie y nunca le había exigido pasar una noche con ella para “probarla”, como había hecho con Princesa y con todas las demás. Y nunca se llevaba el 70% de sus beneficios, sino que le daba sus ganancias íntegras. Era como si la temiera.
A Princesa no le extrañaba. Había algo en la mirada negra de la Loba que intimidaba, algo poderoso y primigenio, antiguo como el mismo mundo. Y eso asustaba. Asustaba mucho. Pero se había prometido desentrañar aquel misterio. Lo descubriría, costase lo que le costase.
¿Qué os va pareciendo? Espero que os esté gustando. Todavía no sé si va a ser un texto largo o breve, pero tenía la idea rondando en mi cabeza desde hacía unos meses y tenía que empezar a escribirla.